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Primaria prepara estrategia para evitar futuros casos Brissa

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Ciberbullying y contenidos inapropiados son las molestias más frecuentes a niños en la red. Foto: Archivo

EDUCACIÓN Y REDES SOCIALES

Experto afirma que la clave es educar en los riesgos de redes sociales.

Cuando la Policía analizó el celular de Williams Pintos, el presunto asesino de la niña Brissa González, no encontró rastro alguno; las conversaciones estaban borradas. Pero los investigadores supieron que la víctima participaba de una comunidad virtual (Amino), en que la interacción con otros es sinónimo de éxito. Este detalle abrió la hipótesis de que homicida y víctima pudieron haber comenzado un vínculo virtual y encendió la alarma en el Consejo de Educación Inicial y Primaria.

En la última sesión del Codicen, el miércoles pasado, el tema estuvo sobre la mesa. Lo sucedido en el caso Brissa "tomó por sorpresa" a la comunidad educativa y hace necesario "la búsqueda de un trabajo en las escuelas", reconoció a El País Irupé Buzzetti, directora de Primaria.

"Estamos buscando alguna línea de trabajo. Hay un desconocimiento de parte de las familias y de nosotros mismos (los maestros) de cómo se juegan y cuál es la lógica en determinadas redes", dijo la jerarca. "Estamos en conversaciones con el Plan Ceibal y en la búsqueda de expertos para abordar el tema", agregó.

¿Es demasiado tarde? "Más vale tarde que nunca", dijo el psicólogo Roberto Balaguer, investigador de la cultura digital. La evidencia "ha demostrado que tratar de controlar lo que hace el niño o el adolescente no parece hoy lo más sensato", menos aún "prohibir el uso de redes sociales". Y, aunque se quisiera, "en la era de los celulares es casi un imposible". Por eso aconsejó "educar en los riesgos, en el cuidado de los datos personales y la privacidad".

Campaña grooming. Foto: YouTube
Campaña chilena para evitar el 'grooming', el acoso a menores de edad por Internet

La primera sugerencia de Balaguer es tan simple como sentarse en el sillón de la casa y preguntarle a su hijo: "¿Sabés cómo identificar si estás chateando con otro niño o con un adulto?". Dependiendo de la respuesta, el padre puede explicarle que "no tiene que comprometerse a nada que no quiera hacer o que nadie tiene por qué pedirle de juntarse en un lugar secreto". En todo caso, si un vínculo virtual está a punto de pasar por primera vez a uno real, "es bueno que sea en un lugar público y que el adolescente vaya acompañado de un adulto". Y reiteró: "No todos los vínculos en la era digital llevan a una maldad".

En Uruguay no hay datos sobre el tema. Cerca, en Chile, un tercio de los niños manifestó que sufrió alguna mala experiencia en Internet. En la mayoría se trató de ciberbullyng o contenido no deseado (como una foto pornográfica).

El 29% de los niños encuestados, en el informe Kids Online Chile dijo haber visto imágenes sexuales, pero 68% de ellos no vivió esa experiencia de forma traumática. Los investigadores uruguayos estiman que la realidad nacional debe ser similar. En febrero Unicef divulgará datos sobre Uruguay.

El Ministerio del Interior no tiene sistematizados los datos de violencia digital. Los policías investigan caso a caso, pero "no hay un seguimiento" macro.

A la pesca.

Lo primero que busca un groomista —aquel que quiere engañar a un niño por Internet— es entablar un vínculo e intentar captar la confianza de su "presa". En la vida previa a las nuevas tecnologías, ese groomista andaba merodeando los ambientes de su víctima. Iba a la salida del liceo o del boliche, a la canchita de baby fútbol o se hacía presente en los shows de bandas musicales para adolescentes. Ahora, en cambio, "está camuflado en el anonimato, se hace más invisible y puede estar en muchos lugares a la misma vez", explicó el psicólogo Balaguer. Dicho de otro modo: "Antes tiraba una sola línea y esperaba que la víctima comiera el anzuelo, ahora tira un enorme calderín y tiene más chances de pescar a la víctima".

Por su propia patología, "al pedófilo le es muy sencillo hacerse pasar por un adolescente, en un perfil falso, y empezar a persuadir". La invisibilidad de Internet "le permite convencer a la joven víctima que es mejor mantener en secreto la relación, porque el resto no lo va a entender", comentó Balaguer. Y para ganarse la confianza, usa como carnada el "hacer sentir importante a la otra persona".

Imaginemos a un adolescente, en plena rebeldía con el mundo adulto, a quien un desconocido le dice: "Sos una joya, tus padres no sea dan cuenta lo valioso que sos". Supongamos, además, que ese adolescente está pasando un mal momento porque los compañeros lo hostigan, porque se siente feo o porque los adultos no lo escuchar...; "es jugar y cobrar", concluyó Balaguer, "salvo que exista una educación digital".

"Mamá: no te quiero en mi red social"

El momento de crear el perfil de Facebook de un adolescente era un rito de iniciación, como cuando los padres acompañan a sus hijos a la primera matiné. Los adultos tenían acceso a las cuentas de los menores, controlaban parte del contenido y hasta acordaban juntos qué información harían pública. Eso ya no corre.

Roberto Balaguer comprobó que en las nuevas redes sociales, como Instagram o Snapchat, son los propios adolescentes lo que crean sus cuentas. Y cuando necesitan ayuda "recurren a algún hermano mayor o un amigo, pero casi nunca a los padres".

Y aunque los padres quisieran incidir, no comprendería lo lógica de las nuevas redes, explicó Alain Mizrahi, investigador del Perfil del Internauta Uruguayo. De hecho Mizrahi, que es un experto en el estudio de Internet, entró a Amino —tras el caso Brissa— y lo primero que concluyó fue: "¡Pah! No entiendo nada, no es para mí".

Tanto él como Balaguer sugieren un trato más fluido y directo con los hijos, conversar, interesarse por qué les sucede. Es como cuando se habla del sexo seguro o los daños de las drogas.

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