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LA BITÁCORA

Cuando el K-141 Kursk se hundió en el Mar de Barents, Vladimir Putin demoró en revelar el accidente y, por ende, la ayuda internacional para rescatar a los submarinistas llegó tarde.

En agosto del año 2000, la tripulación del gigantesco submarino atómico moría atrapada en un sarcófago de acero. El mundo se enteró del hundimiento porque las familias de los submarinistas rompieron el silencio que mantenía el Kremlin. No era la primera vez. Cuatro años antes, al estallar la central nuclear de Chernobil, el mundo se enteró cuando los vientos del Este arrastraron hasta Europa Central la radioactividad proveniente de Ucrania. En el caso del Kursk, la demora de Putin fue por el intento de salvar un secreto militar, en lugar de priorizar la vida de los tripulantes.

En Argentina, que un submarino se haya perdido sin emitir señales de ningún tipo, dejará un debate sobre responsabilidades políticas y militares. Después, habrá que preguntarse sobre carencias, decisiones y también notorias ausencias en el centro del escenario, como la del ministro de Defensa Óscar Aguad. Pero con la nave perdida y sus tripulantes en riesgo, lo único sensato era concentrarse en la búsqueda y el rescate. Algo para lo cual, Argentina carece de elementos; por lo tanto necesita ayuda internacional.

En semejante circunstancia, lo último que debe pasar por la cabeza de la dirigencia política es la procedencia de la ayuda. Sin embargo, hubo dirigentes que cuestionaron la ayuda británica llegada desde Malvinas.

El primero fue Gabriel Solano, un legislador porteño del Frente de Izquierda, al comentar por Twit-ter la colaboración británica diciendo que se trata de "fuerzas de ocupación en territorio argentinos". Después aparecieron otras expresiones similares, como la del piquetero kirchnerista Fernando Esteche, tuiteando "piratas, ayer y siempre". ¿Discriminaría un padre a quien lo ayuda a socorrer un hijo en peligro? ¿Es necesario explicarle a un dirigente que resulta criminal el rechazo de cualquier colaboración en la lucha por salvar 44 vidas?

La demora del presidente ruso cuando se hundió el Kursk fue un crimen relacionado con la obsesión por salvar un secreto militar de alto valor, como lo era el submarino nuclear para cuyo rescate era necesario entregar a rescatistas británicos y noruegos detallados planos de la nave. En cambio los dirigentes argentinos que se pusieron a repudiar la ayuda británica en los momentos más desesperantes de la búsqueda, ni siquiera intentaban preservar secretos estratégicos. Sencillamente, ostentaban un chauvinismo insensible y negligente.

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