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El éxito de un fracaso

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LA BITÁCORA

Si la bomba le hubiera salido bien, el joven de Bangladesh habría perpetrado una masacre de dimensión descomunal. El lugar elegido para realizar el atentado suicida, determina que el objetivo era cometer uno de los actos de exterminio más devastadores de la historia.

Si no lo logró, no fue porque dispositivos de seguridad lo hubiesen impedido. Sencillamente, la bomba falló. No estalló como debía estallar, porque algo hizo mal la persona que la armó.

El fallido atentado en Manhattan implicó, de manera paradójica, un fracaso y éxito para el terrorismo global. El fracaso es que no produjo la devastación que pretendía producir, mostrando al mismo tiempo que el Estado Islámico (ISIS) no sólo perdió la guerra en Siria e Irak, sino que en la faz global cada vez muestra menos estructuras de células organizadas, y más lobos solitarios que, a su vez, son cada vez más torpes y menos letales.

El éxito de esta realidad paradojal, es un sujeto intentando matar a decenas o centenares de personas en una megalópolis occidental prueba que en las grandes urbes de Occidente ya no se puede vivir como se ha vivido. Todo punto de aglomeración multitudinaria es un posible blanco del terrorismo global. Para dar sus golpes exterminadores, no le hace falta poder adoctrinar, adiestrar y organizar yihadistas dispuestos a inmolarse cometiendo masacres. Le alcanza con que cualquier psicópata se sienta inspirado por mensajes sicológicamente calibrados para que le encuentren a la muerte el sentido que no le encontraron a la vida.

El terrorista que intentó una masacre en Port Authority, fracasó. Muchos otros fracasaron antes y habrá muchos fracasos por delante.

Sin embargo, cada intento constituye, en sí mismo, un mensaje inquietante: vivir en el "mundo libre" tiene un precio muy alto.

Para vivir en la sociedad abierta, bajo el Estado de derecho, hay que acostumbrarse a convivir con el miedo. Caminar por las calles sabiendo que la deflagración puede estar a la vuelta de la esquina. Entrar a los lugares donde hay aglomeraciones, sabiendo que cualquiera de los que pasan al lado puede convertir esos sitios en infiernos.

Ayer, en Nueva York, el terrorismo global fracasó pero, paradójicamente, al mismo tiempo obtuvo un nuevo y contundente éxito.

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