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Señales engañosas

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LA BITÁCORA

Hay decisiones que parecen significar una cosa, pero implican lo contrario. En el mismo puñado de horas, se produjeron dos ejemplos sin relación entre ellos. El anuncio de Trump sobre Jerusalén y el procesamiento con pedido de prisión contra Cristina Kirchner.

En el primer caso, corresponde señalar las sólidas razones de la pretensión israelí y las culpas de los Estados árabes y de Yasser Arafat para que la situación sea como es. Tanto el Antiguo Testamento como el Talmud están colmados de menciones que prueban la profundidad del vínculo judaico con Jerusalén.

Las leyendas bíblicas muestran que la raíz del judaísmo está en la ciudad que David convirtió en capital de los israelitas.

En cuanto a las responsabilidades de los vecinos, comenzaron en 1948, cuando por rechazar la resolución de la ONU que creaba un Estado palestino junto a otro judío, impidieron el nacimiento del país de los palestinos con Jerusalén como capital compartida. También fueron esos vecinos los que iniciaron la guerra de 1967, en la que Jordania perdió el control sobre la parte oriental de la ciudad, quedando la totalidad en manos israelíes.

Posteriormente, en el Camp David II, Yasser Arafat rechazó dos veces la propuesta israelí que, con la mediación de Bill Clinton, ofrecía una porción de Jerusalén como capital de Palestina. Aquella oferta implicaba una concesión inmensa: Israel renunciaba a su idea de "capital única, indivisible y eterna".

Así como los errores de Egipto, Siria y otros países, sumados a los de Arafat, fueron contraproducentes para las aspiraciones palestinas, la decisión anunciada por Trump, más que favorecer la aspiración israelí, generó un sismo que, al menos de momento, la debilita. Así lo muestra la ola de reacciones en el mundo, incluidas las principales potencias de Occidente y la OTAN.

Algo parecido pasa con ese aparente archienemigo de Cristina Kirchner, que es el juez Claudio Bonadio, cuyas embestidas, por sobreactuadas, terminan siempre beneficiándola. Primero, le permitió victimizarse al imputarla por el caso "dólar futuro", una política desastrosa pero difícilmente judicializable. Y ahora, por un acuerdo con Irán negligente y aberrante, pero convertido en Ley por el Congreso. A eso suma una controvertida orden de prisión que unificará al peronismo en el Senado y que da más argumentos para lo que mejor hace Cristina: actuar de perseguida política.

La causa que claramente justificará su procesamiento tiene que ver con corrupción y enriquecimiento ilícito. Lo demás es funcional al libreto que mejor escenifica.

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